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«Gorrión & Bart Simpson»

Hace ya años que de manera casual empecé a hacer fotos a los pequeños animales del jardín: insectos, lagartijas, sapos, pájaros…Desde ese momento, recordé muchos de los conocimientos que me inculcó mi padre sobre el mundo natural,y, en especial, el de los animales. Él se crió en un entorno casi «prehistórico», en el monte, sin escuela, sin horarios, sin ataduras… Y, de alguna manera, y salvando lógicamente las distancias, quiso que yo disfrutase de algo parecido. Le doy enormemente las gracias por todo eso, pues ahora me doy cuenta del valor que tuvieron esas enseñanzas. Casi sin querer fui a buscar treinta años después los rincones que él me enseñó, las madrigueras , los nidos, los lugares de la sierra de mi pueblo donde me enseñaba que vivían nuestros compañeros animales; y ahí seguían, como si el tiempo y el espacio hubieran estado esperando ese reencuentro. Los primeros trabajos fotográficos profesionales que hice sobre fauna fueron precisamente sobre estos pequeños y a la vez grandes actores de mi entorno cercano; más tarde llegué a especializarme en un tipo de fauna más convencional, por llamarla de alguna manera: la foto de fauna que han utilizado grandes editoriales de naturaleza. Pero ahora creo sinceramente que a los animales quizás ya no se les puede ayudar haciendo fotos, es necesario dar un paso más, y ayudarlos de otras formas. Por ejemplo, cuidando, limpiando y tratando de conservar el hábitat en el que viven. Protegiendo a los animales de nuestro entorno cercano. La fotografía de fauna, como muchas otras disciplinas fotográficas, se ha pervertido un poco, y, por norma general, se buscan fotos espectaculares sin más pretensión. Para mi es muy importante ahora, otra vez, volver a mis orígenes, a aquellas sensaciones  infantiles de búsqueda de lo inesperado, de búsqueda de animales y de mi mismo. Además, si los animales pudieran hacer fotos, nos darían mil vueltas a nosotros los humanos, pues ellos encontrarían momentos únicos que fotografiar. Casi siempre nuestra visión de ellos es demasiado sesgada, y suele estar cargada con todo aquello que nosotros, como occidentales, solemos arrastrar: nuestros deseos y anhelos, nuestros propios errores y nuestros miedos. Ahora creo que es mucho más importante fotografiar a un sapo que a un elefante, pues es lo que yo tengo; sin embargo, para un africano, sin duda es más importante un elefante que un sapo. Cuidadlos, compañeros, pues ellos también son nuestros compis